La palabra dulce de las mujeres comenzó con la bienvenida de la mayora Priscila Riascos explicando el mándala de los saberes ancestrales y su representación; el alimento, la montaña, el agua, dios, los instrumentos musicales, el fuego, las plantas, entre otros elementos de conexión con la vida y la naturaleza que armonizaron el momento. Luego las participantes comenzaron a recordar el difícil caminar de más de 12 años por la defensa de los derechos de las mujeres, expresando que no es fácil lograr el empoderamiento de las mismas, en especial por las situaciones económicas, pero a pesar de ello, han sido insistentes en continuar construyendo sus sueños, se siente ahora en solidaridad, sororidad y hermandad.


Las mayoras fueron un poco más atrás en el tiempo, Luz María Zapata nos hizo estremecer recordando que en 1992 las mujeres fueron perseguidas por la policía, solo por luchar por los derechos de las mujeres, por hacer peticiones y por acciones. En los parques con Ernestina Parra andaban con papel periódico en el bolso para dar clases al aire libre a las mujeres y en especial a las mujeres cabeza de familia sobre la equidad de género, recordaron que fueron tiempos de dolor, de muchas pérdidas, pero también de muchos aprendizajes y bonitas amistades. En 1995 las mujeres se unieron a los jóvenes para que se incluyeran las propuestas de las mujeres en los planes de desarrollo, con Ernestina Parra se anduvieron las 15 provincias de Cundinamarca para lograr ese propósito.



Fueron muchas las voces y la importancia de continuar tejiendo la memoria y la historia para seguir caminando el feminismo popular. La jornada terminó con el tejido del ojo de dios, las lanas y su vivo color alegraron la celebración inaugural de la nueva sede de la casa Ernestina Parra que continúa tejido una vida libre de violencias hacia las mujeres en el municipio de Soacha.


